A finales de los 60, comenzó un rumor surrealista: que Paul McCartney había muerto y había sido reemplazado por un doble. La teoría conspirativa creció tanto que fans localizaron “pistas” en portadas de discos, letras y fotografías. Llegó a tal punto que McCartney tuvo que dar entrevistas para confirmar que seguía vivo. Sin embargo, el fenómeno se volvió imparable: periódicos, radios y universitarios debatían el tema como si fuera real. Años después, Paul confesó que al principio estaba molesto… pero luego empezó a divertirse observando hasta dónde llegaba la imaginación del público. Fue la broma involuntaria más grande de la música.
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